A LEALES FUIMOS A MARCHA SiTAS Y LA COMUNIDAD. LA IDEA ERA PROTESTAR POR LA MALA GESTION DE LA ACTUAL DIRECTORA CHAVEZ, RECLAMAR POR AGUA CONTAMINADA CON BACTERIAS EN LOS CAPS, SOLICITAR OTRAS AMBULANCIAS PARA EL AREA OPERATIVA MAS GRANDE DE TUCUMAN, 22000 HAB, 22 CAPS, PETICIONAT POR INSUMOS MEDICOS Y ODONTOLOGICOS ENTRE OTROS RECLAMOS Y NOS ENCONTRAMOS CON FAMILIARES DE EMPLEADOS CERCANOS A LA DIRECTORA PATRICIA CHAVEZ ORGANIZADOS CON CARTELERIA MUY ESPONTANEA DE APOYO. PATETICO, IGUAL QUE LAS CONFUSAS DECLARACIONES DE LA DRA TRATANDO DE EXPLICAR QUE ES VERDAD QUE SE REPARTIERON VACUNAS VENCIDAS DE VARIOS MESES PERO QUE NO ESTAN VENCIDAS Y ACUSANDONOS A NOSOTROS DE QUE “UTILIZABAMOS” ESTO PARA ACUSARLA DE MALA GESTION. “A CONFESION DE PARTES RELEVO DE PRUEBAS….” ; ” MAS CLARO HECHALE AGUA…” ” PARA MUESTRA SUFICIENTE UN BOTON…” EN FIN UN SINNUMERO DE DICHOS POPULARES HABLAN DE LA CONDUCTA DE ESTA DIRECTORA.
Miembros del movimiento de autoconvocados se movilizaron hacia el área operativa de la zona; allí los esperaba una contramarcha. El delegado local del Sitas, Sergio Amaya, denunció graves irregularidades en la gestión zonal de salud. La titular del área, Patricia Chávez, negó acusaciones
Una caravana. Una marcha y una contramarcha. Una mujer encadenada. Tensión, denuncias y versiones contrapuestas. El cansino pueblo de Santa Rosa de Leales -ubicado 40 kilómetros al sudeste de la capital- fue el caldero donde se cocinó ayer un conflicto fugaz con todos esos condimentos. Autoridades, delegados y trabajadores miembros del Sindicato de Trabajadores Autoconvocados de la Salud (Sitas) se manifestaron para denunciar supuestas irregularidades en la gestión del área operativa de Leales (de la que dependen un hospital y 22 centros asistenciales).
Los empleados del Sistema Provincial de Salud (Siprosa) se concentraron en el Hospital de Niños. Desde allí partieron antes del mediodía en autos particulares hacia la localidad para apoyar la marcha.
“Vamos con cuidado, hay un grupo de choque esperándonos”, advirtió a los visitantes recién llegados el pediatra Sergio Amaya,
con un megáfono, en el patio del Hospital “Santa Rosa de Leales”. El médico es el delegado local del Sitas y quien motorizó la convocatoria. Con la advertencia bajo el brazo, la columna de chaquetas blancas dio una vuelta a la plaza central. Desorientados, algunos pobladores se acercaron a preguntar de qué se trataba la inusual manifestación. Los autoconvocados entonaron sus tradicionales cánticos de lucha. “¡Aquí está!, ¡esta es!, ¡la salud está de pie!” y “Tengo la chaqueta negra, la salud está de luto” rodaron por las veredas terrosas.
Al llegar a las cercanías de la sede del área operativa Leales, el clima se enrareció. En una acera un numeroso grupo los esperaba. Empleados del hospital y adolescentes sostenían carteles de apoyo a la directora de esa área operativa del Siprosa y encargada del nosocomio, Patricia Chávez.
Durante algunos minutos, ambas marchas estuvieron separadas por pocos metros. La intensidad de la confrontación subía y bajaba al ritmo de los bombos y de los cantos cruzados. Las consignas de uno y otro sector se tornaron inentendibles. Más allá de algunos gritos ofensivos contra los médicos por parte de las personas apostadas en la entrada de la dependencia de salud, el enfrentamiento no pasó a mayores.
La policía local, sin embargo, formó luego un cordón para separar a los grupos.
El Sitas realizó un pequeño acto en el lugar. Explicaron los motivos de la marcha y cada punto fue repudiado desde la vereda de enfrente con chiflidos.
Amaya recordó que en agosto se presentó en el Ministerio de Salud una carpeta repleta de denuncias en contra de las responsables del área. “Las acusaciones son gravísimas”, calificó. Apuntó contra Chávez y enumeró presuntos actos de discriminación contra pacientes, maltrato a empleados, problemas en la atención, uso irregular de un vehículo oficial, que el agua de algunos CAPS está contaminada y que sólo cuentan con una ambulancia, entre otros. De hecho, exhibió la ampolla de una vacuna que habría vencido en junio.
“Las repartieron la semana pasada. Esta es una muestra de doble bacteriana, que se ponen a niños de menos de un año. Esto no es un problema del Siprosa que seguramente distribuyó como correspondía. Pero, aquí contamos con un solo utilitario y, lamentablemente, en vez de llevar vacunas, la doctora lo usa para ir a su casa”, denunció. Amaya afirmó que los manifestantes eran familiares de gente que trabaja con las encargadas del área. “Llegaron con la idea de agredir, inclusive hasta a su compañera”, renegó. Se refería a la mujer que, mientras los grupos discutían, estaba encadenada a una ventana, llorando. Natalia Salinas (22 años) permanecía allí desde la noche anterior. “Trabajaba como reemplazante en el lavadero del hospital. Me dejaron sin nada, no me explicaron porqué. Hablé con Chávez y quedó en averiguar qué pasará”, balbuceó con angustia. La mujer de 22 años dijo estar desesperada.
Durante el acto también brindaron sus testimonios algunos vecinos. Betty Salazar, de 30 años, afirmó que su hijo fue siempre atendido con displicencia. “Reuní 400 firmas por la mala atención. Siempre hay ‘peros’. No pueden darnos los medicamentos o no atienden todos los turnos”, se quejó. Salazar expresó su decepción porque no vio a los ciudadanos participar de la medida de manera masiva. “Los que estuvieron en la otra marcha, algunos son empleados del hospital. A los jovencitos les pagó $ 50 (por Chávez). Ni sabían para qué estaban aplaudiendo”, criticó.
Luego de que los autoconvocados se retiraron, Chávez salió a saludar a sus adherentes. “No quiero opinar sobre la protesta. Lo que sí puedo decir es que la gente defiende su derecho a la salud”, manifestó en medio de vítores. Con respecto a las denuncias, desacreditó todas. “La ambulancia es nueva, tiene cuatro meses. Estamos gestionando otra para la zona de Los Gómez. Se está resolviendo todo. Tenemos los suministros y estamos en condiciones de atender a la gente”, añadió. Sobre las vacunas vencidas, explicó: “no fue así, es un lote que tenía fecha de vencimiento en ese momento (sic), pero no eran vacunas vencidas. Pero bueno, cuando quieren utilizarlo lo utilizan como quieren”, refunfuñó.
En menos de una hora y media, estalló y concluyó la jornada de conflicto. Los acontecimientos, sin embargo, no lograron desperezar del todo las calles del pueblo.